Aunque el año pasado hablé de mi debilidad por esta playa en mi Blog Personal y expliqué el uso especial que yo le doy, La Caracola es uno de los lugares de Margarita que merece ser reseñado.
Me encuentro en este momento escribiendo en un cuaderno sentada a orillas del mar, cuando son exactamente las 5.15 pm. Aunque la brisa me dificulta un poco la escritura, el aroma del atardecer me envuelve y hace que no le de importancia a los problemas cotidianos.
La Caracola se extiende paralela a una de las principales avenidas de Porlamar, La Avenida Bolívar. Es una estrecha franja de arena blanca de 2.200 metros de longitud y en su orilla se acumulan muchas piedritas y conchas que muchos recolectan para la decoración.
Aunque no es una playa que recomiendo para el disfrute por la cercanía de la ciudad y por la escasez de servicios (restaurantes, baños públicos, duchas, toldos), esta playa es frecuentada por algunos habitantes de la isla y por algunos turistas que se hospedan en los hoteles de Porlamar. Sin embargo, antes de llegar a la playa, se van a topar con diversos kioscos de venta de empanadas, cocos frios y cocadas y al frente un gran centro centro comercial donde encontraran un restaurante, el Central Madeirense, un Subway, un Banco y diversos locales comerciales donde se pueden adquirir esas cositas que siempre dejamos olvidadas en casa o en el hotel: toalla, bronceadores, cremas hidratantes.
También cuenta con una pista de aterrizaje de ultralivianos que hasta hace pocos años estuvo operando. Actualmente se utiliza como estacionamiento en las horas en que se encuentra cerrado el acceso de vehículos.
Al final de esta playa se encuentra el mirador de la Bahía del Morro. En una época pasada fue lugar predilecto para el encuentro de jóvenes con sus carros y cavas. También algunos amantes que se daban cita en uno de los lugares más románticos de Porlamar por su vista espectacular. De cerca se puede observar la gran piedra del Farallón que se encuentra a escasos 3 Km. de La Caracola.
Todos los días se cierra el acceso automotor a la playa, desde las 6 y hasta las 9 de la mañana y de 5 a 7 de la noche. En ese horario las personas aprovechan para trotar, andar en bicicleta, patinar, pasear al perro, dar largas caminatas, meditar o sencillamente sentarse a en la orilla para disfrutar de la naturaleza. Casi a mitad de la playa, se puede ver un humilde gimnasio artesanal donde los amantes de la buena figura levantan pesas, hacen barras paralelas y abdominales al aire libre. A veces, se pone un pequeño toldo donde pueden disfrutar de unos masajes.
En mi caso, me gusta venir a esta playa a relajarme un poco y disfrutar del atardecer. Aunque los atardeceres desde este punto de la Isla no sean tan maravillosos como los de Juan Griego, Coche o Macanao, es agradable ver la degradez de los colores que se van pintando en el paisaje a medida que cae la tarde y la temperatura por la brisa hacen que finalice el día con una rica sensación de paz.
Los amaneceres sin embargo, si son espectaculares. Con una buena ubicación y con un poco de suerte, se puede ver el sol salir del agua y toparse con el Farallón de piedra blanda que emerge del mar y que es cita obligada para los buzos por su riqueza de fauna marina.
No quiero dejar este post sin publicar mi foto favorita ala que titule "Gratitud". El tronco ya no está alli, es una lástima porque era un excelente lugar para sentarse y contemplar la naturaleza.